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La Navidad y el cerebro

  • Foto del escritor: AEN
    AEN
  • hace 4 días
  • 2 Min. de lectura

En España la Navidad es una de las tradiciones culturales más extendidas: luces en las ciudades, belenes, villancicos, reuniones familiares, publicidad estacional y rituales compartidos (como la Lotería de Navidad, las uvas o los Reyes Magos). Todo ese entorno navideño funciona como un conjunto de estímulos sensoriales y emocionales a los que las personas reaccionan de forma distinta según sus experiencias previas.


Los estudios de neuroimagen funcional (como el realizado en la Universidad de Copenhague) muestran que existen diferencias cerebrales entre:


1. Personas con tradición navideña desde la infancia

Cuando ven estímulos asociados a la Navidad (colores, música, decoración), se activan áreas relacionadas con:

  • corteza motora y premotora

  • corteza sensorial

  • lóbulo parietal

Estos circuitos participan en:

  • integración sensorial (vista, tacto, sonidos)

  • memoria autobiográfica

  • lenguaje

  • razonamiento espacial

  • respuestas motoras automáticas (sonrisa, postura relajada, expresión emocional)


En otras palabras: el cerebro “reconoce” la Navidad como algo propio y positivo, porque existe aprendizaje emocional previo.

En otras palabras: el cerebro “reconoce” la Navidad como algo propio y positivo, porque existe aprendizaje emocional previo.

2. Personas sin tradición navideña

Si alguien no ha crecido con estos rituales, su cerebro procesa los estímulos como elementos neutros, igual que cualquier otro estímulo urbano.

Por tanto:

  • no hay asociación emocional

  • no existe recuerdo significativo

  • la saturación mediática y comercial puede producir rechazo o estrés sensorial


Su reacción no es “hostilidad navideña”, sino ausencia de aprendizaje emocional ligado a esa celebración.


¿Por qué el cerebro reacciona así?


La clave es la neuroplasticidad: el cerebro crea conexiones basadas en la repetición de experiencias significativas.


Durante la infancia se construyen redes neuronales que asocian:

  • olores (comida, incienso, castañas, turrón)

  • sonidos (villancicos, campanas)

  • colores (luces, decoración)

  • emociones (familia, regalos, expectativas)

  • espacios sociales (calles iluminadas, reuniones)

La clave es la neuroplasticidad: el cerebro crea conexiones basadas en la repetición de experiencias significativas.

Estas asociaciones forman memoria emocional, un proceso que depende de estructuras como:

  • córtex prefrontal (evaluación emocional)

  • sistema límbico (amígdala, hipocampo)

  • áreas sensoriales especializadas


Contexto español


En España la Navidad es especialmente multisensorial y ritualizada:

  • Cabalgata de Reyes

  • Lotería (“el Gordo”)

  • Villancicos tradicionales

  • Comidas familiares extensas

  • Decoración intensa en calles y comercios

Esto incrementa la carga sensorial y emocional, potenciando las respuestas cerebrales descritas.


¿Por qué algunas personas se agobian?


Desde un punto de vista científico, puede ocurrir por:

  • sobreestimulación sensorial (luces, sonidos, publicidad)

  • estrés social por expectativas familiares

  • presión de consumo

  • falta de conexión emocional con la tradición

  • agotamiento psicológico propio de fin de año

Cuando el cerebro no tiene un anclaje afectivo, todo lo navideño puede sentirse como un ruido invasivo.


En conclusión


  • La Navidad no solo es cultural, también es neurocognitiva.

  • El cerebro responde según experiencias aprendidas.

  • Si hay tradición: se activan redes de memoria, emoción y movimiento → reacción positiva.

  • Si no la hay: los estímulos resultan neutros o molestos.

  • La percepción navideña es el resultado de neuroplasticidad + contexto sociocultural.

Y si no quieres darle tantas vueltas, déjate llevar por la "magia de la Navidad" y disfruta de éstos días (y de todos los demás).


¡¡Feliz Navidad!!





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