Con este calor... ¿Se me derriten las neuronas?
- AEN
- 18 jul 2024
- 3 Min. de lectura

Con ese sugestivo y a la vez interesante titular nos hemos encontrado con un artículo de máxima actualidad ante los días que nos vienen, elaborado por José Ángel Morales, Doctor en Neurobiología e investigador del Departamento de Biología Celular de la Universidad Complutense de Madrid, y que publica en la propia web de la UCM
Es indudable que el verano aporta muchos beneficios a nuestro cerebro pero también algunos riesgos, especialmente si la temperatura pasa de los temidos 40º.
Segunda ola de calor del verano con temperaturas de hasta 44ºC. Todos sabemos las recomendaciones que debemos seguir, pero ¿cuáles son las consecuencias del calor extremo para nuestro cerebro? Lo de que se nos puede freír, ¿es real? ¿Y congelar con las bebidas frías?
El verano tiene muchos beneficios para nuestro organismo. También para nuestro cerebro. A más horas de sol, mayor producción de serotonina, lo que afecta positivamente a nuestro estado de ánimo. La luz solar estimula la producción de la conocida como “vitamina del sol”, la vitamina D, con múltiples beneficios para la salud. Pero no todo son alegrías, y es que hay un límite de calor a partir del cual nuestro cerebro no funciona correctamente: los 40ºC.
Los seres humanos somos homeotermos. Es decir, gracias a nuestro hipotálamo – región del cerebro que regula la temperatura - somos capaces de mantener una temperatura constante de unos 37ºC, independientemente de la temperatura ambiental. Pero cuando nuestro cuerpo alcanza temperaturas por encima de los 40ºC, el hipotálamo deja de funcionar correctamente y no controla nuestro sistema natural de enfriamiento, la transpiración (el sudor). Es entonces cuando podemos sufrir un golpe de calor.
La atención, el equilibrio o el sueño, desatendidos en las olas de calor
En esta situación, el sistema nervioso es especialmente vulnerable. Como el hipotálamo tiene que trabajar en exceso para mantener una temperatura corporal adecuada, deja en un segundo plano otras funciones vitalescomo la atención, que se ve ralentizada.
Algo similar pasa con el sistema de comunicación cerebral. Los impulsos nerviosos tardan más en propagarse y por tanto nuestra capacidad de respuesta es mucho más lenta. Estamos, por tanto, más cansados y apáticos. Todo esto afecta a nuestro estado de ánimo, causando irritabilidad y confusión.
Con el calor las proteínas se desnaturalizan - pierden su estructura, “se derriten” – lo cual afecta y mucho a las neuronas. Todo este proceso, además, desencadena una respuesta inflamatoria que modifica la homeostasis (equilibrio) del tejido nervioso. La razón es que las altas temperaturas afectan a la barrera hematoencefálica que protege a nuestro sistema nervioso central, alterando ese equilibrio. En concreto, hay un tipo específico de neuronas especialmente sensible al daño, las células de Purkinje. Estas neuronas se encuentran en el cerebelo, y son responsables de la función motora. De ahí, que uno de los síntomas característicos de un golpe de calor sea la debilidad motora con afectación grave de la coordinación y el equilibrio.
Las altas temperaturas también hacen que descansemos peor.
Otra de las funciones del hipotálamo es regular los ciclos de sueño y vigilia. Para ello, se guía por la información que le llega del exterior como la cantidad de luz o la temperatura, que indican al cerebro cuándo debe inducirse el sueño. Las altas temperaturas “confunden” al hipotálamo, y se produce una hiperexcitación del cerebro, por lo que nos cuesta más conciliar el sueño. No olvidemos que nuestro sistema nervioso aprovecha las horas de sueño para realizar “funciones de mantenimiento” necesarias para su correcto funcionamiento. Es lo que llamamos “un sueño reparador”.
Otro de los problemas asociados a las altas temperaturas es la deshidratación. Cuando está por encima del 2% del peso corporal puede conducir a alteraciones graves como pérdida de memoria a corto plazo, somnolencia o fatiga muscular. Además, favorece que las toxinas no se eliminen correctamente y se acumulen en nuestro organismo.
Os invitamos a leer el artículo completo en el link.
Disfruta del verano, es justo y merecido, pero pon atención a ciertos peligros si no quieres que se te "derrita" el cerebro.
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